sábado, 7 de mayo de 2016
Facebook y la clave de la felicidad
Facebook nos hace sentir solos, iracundos y nos obstaculiza la concentración; así de tajante se muestra el último estudio llevado a cabo por The Happinness Research Institute con sede en Copenhague (Dinamarca) donde exponen que la clave de la felicidad podría ser algo tan simple como cerrar la sesión de Facebook durante toda una semana.
Para ver el impacto de una red social tan popular y extendida como Facebook, pidieron a un total de 1.095 usuarios de Facebook que evaluaran su nivel de satisfacción en general de una escala de 1 a 10 en base a diversos factores como lo felices que eran, lo mucho que habían disfrutado en la vida, si se sentían tristes o preocupados... El 94% de los encuestados confesó entrar en Facebook al menos una vez al día.
Para “The Facebook Experiment”, los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: al primer grupo se le pidió que no utilizara Facebook durante una semana; al segundo grupo se le comunicó que continuara con su vida de forma normal (grupo de control).
Tras este lapso de siete días, los expertos les presentaron un nuevo cuestionario sobre la felicidad. Los resultados revelaron que aquellos que seguían usando Facebook experimentaron un ligero aumento de la felicidad en general (pasando de 7,67 a 7,75 puntos sobre 10). Sin embargo, los que habían tenido que renunciar a conectarse a la red social mostraron un incremento mucho más significativo, pasando de 7,56 de media a 8,12 puntos sobre 10. En general, los participantes que habían dejado de usar Facebook se mostraron más felices y menos tristes que el grupo de control.
“Si estamos constantemente expuestos a buenas noticias, nos arriesgamos a evaluar nuestra propia vida como menos buena, bajo un prisma negativo. También puede haber beneficios positivos de Facebook y las redes sociales, pero creo que lo auténtico es el efecto que tiene en nuestra percepción de la realidad. Este flujo constante de noticias que vemos en Facebook representa sólo un 10% de las cosas que les suceden a otras personas. No debe ser utilizado como base para evaluar nuestras propias vidas”, explica Meik Wiking, líder del estudio.
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